Las veletas de Touraine - Poesía en su tejado

¿Alguna vez se ha detenido a contemplar? A tomarse un momento para mirar de frente, observar su entorno, alzar la vista y descubrir detalles insospechados. Lea estas líneas y le aseguramos que su forma de ver esos pequeños detalles cambiará: las veletas de Touraine.
En pleno corazón de la campiña de Touraine, a pocos pasos del majestuoso castillo de Chenonceau, cruzamos la puerta del taller de Gérard Morisset. Establecido en el pequeño pueblo de Dierre desde hace más de 30 años, este antiguo directivo de la Poste se dedica a una pasión que ha cultivado con esmero: ¡diseña, de forma totalmente artesanal y desde cero, veletas para los tejados de las casas!
Entre tradición y pasión: el origen del taller
Aunque recuerda que, de niño, se sentía intrigado por la veleta de un pequeño castillo cercano, fue en su adultez cuando este peculiar elemento patrimonial capturó verdaderamente su interés. La influencia de un coleccionista apasionado, que conoció cerca de Issoudun, terminó de convencerlo.
«Originalmente, la veleta estaba reservada para la nobleza y el clero,» explica. «Pero, tras la Revolución, comerciantes y artesanos comenzaron a usarla para señalar sus tiendas.» Hoy en día, cualquiera puede embellecer su tejado con estas piezas únicas y totalmente personalizables. «Muchos de mis clientes vienen con deseos muy personales, casi íntimos. Son historias familiares, momentos clave de sus vidas. Algunas de las veletas que he creado me han conmovido profundamente.»
Además, cada una de sus obras es única. Gérard se asegura de que cada cliente participe activamente en el diseño de su propio proyecto.


El arte que hace girar la cabeza
Ese día, en su mesa de trabajo, un oso estilizado comparte espacio con una punta de flecha que recuerda a los antiguos sílex. “Este cliente es un apasionado de la cultura amerindia, en particular de una tribu muy específica. Me basé en imágenes que revisamos juntos.” Sin duda, este cliente quedará encantado con la dedicación a cada detalle en esta obra que coronará su hogar a varios metros de altura.
Cuando le preguntan qué lo llevó a dedicarse a este arte tan singular, Gérard Morisset evoca valores que le son profundamente significativos. “Ser artesano es dar valor a lo que uno es a través de lo que uno hace. Es intentarlo, aunque no se sepa al principio, porque aprender con el tiempo es una auténtica riqueza. Es disfrutar creando algo que también va a alegrar al cliente.” Gérard maravilla a alrededor de veinte clientes al año. “Me toma unos tres días diseñar una veleta. Comienzo trabajando los materiales, que suelen ser cobre, zinc o latón. Para las soldaduras, utilizo plata o estaño. Y para los detalles, colaboro con un amigo artista, Philippe Merlevède, que tiene su taller en Amboise.”
Gérard le da la bienvenida
Retirado desde el año pasado, Gérard ahora puede dedicarse plenamente a su oficio-pasión, acompañado por su esposa, quien administra el encantador gîte anexo a su hogar. Además, sigue disfrutando de otra de sus grandes pasiones: la moto. Recibe con gusto a los visitantes intrigados por la sola mención de este arte tan único, y quienes, sin duda, se marcharán, como nosotros, prestando mucha más atención a lo que se mueve sobre sus cabezas.
Les Girouettes de Touraine
4 rue de Coquiau
37150 DIERRE
09.63.02.36.66
Abierto todos los días (se agradece llamar antes)

Le Crinkly d’Alexandre Calder
Dans le jardin bordé par l’Amasse, ne manquez pas d’admirer le Crinkly d’Alexandre Calder. Le mobile de l’un des plus célèbres sculpteurs américains y trône en effet majestueusement. Il pointe au gré des vents son bec vers le château royal.